Evaporación total mensual/anual (décimas de mm)

Por evapotranspiración -en adelante ETP-, se entiende el conjunto de pérdidas de humedad que sufre una porción de la superficie terrestre a consecuencia de dos procesos: la evaporación de agua desde el suelo y la transpiración de los vegetales. A pesar de la dificultad que presenta su estudio -son muchos los factores que incluyen en su cuantificación, desde las temperaturas hasta la radiación solar pasando por la intensidad del viento, la altitud o las características del suelo y la cobertura vegetal-, la ETP resulta un indicador fundamental a la hora de interpretar la disponibilidad de agua en el territorio, más aún si, tal y como ocurre en el caso de Aragón, se encuentran ambientes que pueden considerarse como secos o muy secos.

En su conjunto, Aragón presenta una ETP media de 1.114,2 mm/año . Considerando que la precipitación media para el conjunto de Aragón es de apenas 550 mm, el territorio aragonés pierde vía evaporación y transpiración más del doble del aporte llegado vía precipitaciones, por lo que sus necesidades solo pueden compensarse gracias a los recursos procedentes de otros territorios, como por ejemplo, los que realizan los ríos.

Aunque las diferencias espaciales son sustanciales, casi el 65% del territorio aragonés registra una ETP superior a esos 1.114,2 mm señalados como media. Evidentemente, los valores máximos -superiores a los 1.250 mm-, se encuentran allí donde las temperaturas medias resultan más altas, es decir, en Los Monegros y en el curso bajo de los ríos Ebro, Martín, Cinca, Gállego y Jalón. Por su parte, las cifras más bajas -por debajo de los 600 mm -, se registran en las cumbres pirenaicas. El efecto de la altitud sobre los valores de ETP resulta sustancial, cuestión que se evidencia no solo en el Pirineo, sino también en los macizos montañosos de la Ibérica, especialmente en el Moncayo, donde el gradiente de ETP termina convirtiéndose en un analogía de su topografía.

El resultado final de la información ráster ha sido obtenido a través de la recopilación de datos de las últimas tres décadas del siglo XX (1971-2000), periodo cuya duración es considerada idónea para los análisis climáticos según la Organización Meteorológica Mundial y que está siendo actualmente utilizado como periodo de referencia y de comparación entre valores.